Cosas de la vida, y no solo cosas de Covid-19.
Quien antes ocupaba horas de tu día ya no las ocupa tanto, a quien antes creías tener cerca, al parecer en la adversidad, la distancia ha hecho mella.
Y ahora que podemos salir poco a poco, que volvemos a ser libres para al menos oler el salitre, eschuchar el mar rugir, y ver a los pájaros volar tanto cómo nos gustaría a nosotros, es ahora cuando te paras frente a la orilla y te das cuenta de que quizás algunos con los que visualizabas vivir en ese momento ahora mismo ya no recorren tu mente.
Las amistades, las relaciones, no entienden de pandemia ni de distancias.
Las relaciones cuando son reales van más allá de las distancias físicas. En ese tipo de relaciones los abrazos son necesarios y ahora mismo son de los más añorados, pero su falta no hace mella en todo caso nos demuestra lo mucho que valoramos o apreciamos a esa persona y cuánto la necesitamos en nuestras vidas.
Duele ver o sentir mejor dicho, que como las mareas, las personas van y vienen, pero no podemos culpar a un factor externo.
Yo se y sabía antes de estar entre cuatro paredes a quien quería en mi vida y con quién quería celebrar nuestra vuelta a la libertad, nunca me hizo falta perder algo para valorarlo, el problema aquí es cuando pierdes algo que no creías que lo harías jamas.
La perdida duele, peri si algo, alguien se va, debemos dejar que lo haga, si vuelve sabremos que será eterno.
En esta vida todo viene y va, y como las olas al llevarse lo escrito en la arena, nos dan la opción de escribir sobre un lienzo en blanco con cada marea.
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